A menudo nos vemos en la necesidad de acudir a un abogado. Inmediatamente surge la inquietud porque no sabemos cuánto pueden costar los servicios de dicho profesional. ¿Qué hacer para despejar nuestras dudas al respecto y a la vez encomendar nuestro asunto con toda confianza?
Lo primero, acudir al despacho elegido con absoluta franqueza, exponiendo con claridad el problema que nos aqueja y la pretensión que albergamos respecto al mismo, es decir, fijemos nuestro objetivo. Solo así el profesional podrá valorar si tales pretensiones son viables o, por el contrario, tienen escasas posibilidades de éxito. Este es un juicio preliminar muy importante que podrá evitarnos una aventura cara y abocada al fracaso. En este supuesto, el profesional se limitará a percibir los honorarios de una consulta y, por lo tanto, siempre resultará económico y digno de agradecer habernos evitado un lío importante.
Si despejamos las dudas respecto a nuestras pretensiones, en el sentido de resultar razonablemente viables, el abogado deberá valorar qué actuaciones deberán llevarse a cabo para defender nuestra pretensión, tanto desde una perspectiva procesal como material. También deberá informar de la posibilidad de solucionar nuestro problema a través de una solución negociada o utilizando el cauce de la mediación, opción interesante en algunos supuestos.
Es en este caso cuando se hace preciso solicitar un presupuesto al profesional elegido que de ser aceptado por el cliente se plasmará en la llamada “Hoja de Encargo”, esto es, el documento por el que el abogado y cliente describen los trabajos a realizar y los honorarios a percibir por los mismos. Es importante que dicha hoja de encargo sea lo más detallada posible, si bien ha de tenerse en cuenta que no siempre es fácil prever todos los trabajos que hayan de realizarse o las vicisitudes por las que pueda atravesar un pleito, pero al menos sí deberán estar previstas las más frecuentes y predecibles.
Debe también advertirse de la eventual intervención de otros profesionales, como procuradores, peritos, etc. Y advertir que los mismos percibirán sus propios honorarios con independencia de los del abogado. En este caso, será deseable contar con buenas referencias de dichos profesionales.
Una vez fijados estos aspectos documentalmente tanto cliente como abogado podrán dedicar todos sus esfuerzos a sus respectivos menesteres sin miedo a sorpresas desagradables.